La Incertidumbre

La incertidumbre, con el tiempo me voy sintiendo cada vez más cómodo con ella. Es el simbolo de esta época. Está aquí y no tiene por qué enfadarse con nosotros, las personas. No saber qué pasará mañana forma parte del juego de la vida. No podemos mirar hacia otro lado: casi siempre tenemos la llave para interpretar el sentido de lo que va a acontecer, aunque no sepamos qué será.
Predecir es un ejercicio que mucha gente necesita para arrancar mañana el día con algo entre las manos. Pero mañana puede ser un día bien diferente de como lo habíamos planeado. No digo que no debamos jugar a predecir, digo que a veces nos vamos a equivocar. El juego tiene estas cosas. Unas veces blanco, otras negro. Pero en la mayor parte de las ocasiones son tonalidades de gris que mutan con nuestra percepción. En el vaivén de las posibilidades acertar es sólo uno de los boletos.
Equivocarse es tan digno como acertar. Entonces, ¿por qué esa presión por acertar?, ¿por qué tanta insistencia en el análisis? Buscamos en los detalles lo que no podemos encontrar en el horizonte. Pero si bajamos mucho la mirada perdemos perspectiva. Allá hay un sentido que ni tú ni yo vamos a poder captar. Necesitaríamos más tiempo. Y no lo tenemos. Así que este momento merece la pena. Tanto como el siguiente, aunque no sepamos apenas de su forma y color. Son interpretables.
Rebuscamos entre nuestros sentimientos para encontrar el que mejor nos prevenga contra el desasosiego. Y allí al fondo escondemos la incertidumbre. No por ser tan difusa pierde poder. Aunque no veamos el final, los pasos y las huellas inmediatas que quedan sobre el terreno son suficiente motivo para amanecer mañana.